Me parece increible que la llamada "Ley de Memoria Histórica" creada recientemente se dedique a quitar estatuas, placas y cambiar nombres de calles dedicados a políticos de la época franquista y al mismo General Franco, pero no dice nada de las calles y parques infantiles dedicados a terroristas.
Todo esto me ha venido cuando buscando información de atención al cliente de SONY me encuentro que su central en España está en la Calle Savino de Arana en Barcelona!
Savino Arana es bien conocido por los españoles. El impulsor del nacionalismo independentista vasco, creador del partido político PNV (creador de ETA) y creador de la actual bandera autonómica (copia de la inglesa) es considerado por muchos el primer nazi de la história. Su idea de la supremacía de la raza vasca sobre la española bien pudo ser modelo a seguir por los ideóligos marxistas del Partido Nacional Socialista o Partido Nazi.
¿Como puede ser que en una ciudad como Barcelona halla un calle con su nombre? Y no cualquier calle, está al lado del estadio de futbol del Barça y de la Universidad Politécnica.
Pero lo peor está en la comunidad autónoma del Páis Vasco.
La geografía vasca está sembrada de plazas, calles y avenidas que llevan el nombre de pistoleros de ETA. Un paseo por el siniestro callejero etarra desvela que hoy en día, y con la permisividad, si no complicidad, del régimen nacionalista, hay ciudades y pueblos que recuerdan como «hijos ilustres» a «Argala», «Txabi Etxebarrieta», «Txiki y Otaegi», «Txikia», «Pana», «Santiago Brouard», protagonistas, con diferentes papeles, de uno de los capítulos más negros de la historia reciente del País Vasco. El PSOE y sus socios, mientras, no consideran necesario hacer otra ley de «memoria histórica» que obligue a prohibir de una vez esta ignominia.
¿Hasta qué punto se verían ofendidas las víctimas del 11-M si una calle de El Pozo tomara el nombre del yihadista Allekema Lamari? ¿Se podría entender que en Nueva York hubiera una calle llamada "Bin Laden"? Pues este sin sentido, esta ofensa a los afectados por el zarpazo del terror, este desafío a la sociedad se da, desde hace muchos años, en el País Vasco. Y, lo que resulta más sorprendente, también en municipios que no son feudos de ETA. Ello ocurre, además, cuando no pocos ayuntamientos gobernados por el PNV se han negado en los últimos años a designar una calle, una plaza, incluso un triste callejón sin salida, con el nombre de una víctima del terrorismo.
Ahora que la Ley de Memoria Histórica obliga a la retirada de símbolos franquistas, se impone, más que nunca, la obligación, legal y moral, de desterrar para siempre cualquier icono que rememore la limpieza étnica que emprendió la banda hace cuarenta años.
