jueves, 12 de enero de 2012

¿El antiazar podría ser la prueba de que DIOS existe?



1) La célula es el organismo viviente más sencillo. Tiene membrana, protoplasma y núcleo.

2) El protoplasma maneja proteínas. La fórmula bruta de la proteína es: 500 átomos de carbono, 403 de oxígeno, 67 de ázoe, 81 de hidrógeno y 3 de azufre. Pero todos estos átomos no están revueltos. Ocupan un espacio de tres dimensiones y guardan un orden preciso de posición y distancia entre sí.

3) Según la Ley de Probabilidades, para que la proteína llegue a formarse por azar, se requeriría una sucesión cien mil millones de intentos por segundo durante trillones de siglos.

4) Ahora, si se pasa de la proteína a la célula se necesitaría tal cantidad de intentos que no alcanzaría toda la vida del sistema solar para dar por azar con esa inicial y pequeñísima forma viviente.

5) La cosa se complica inconcebiblemente si de la célula, aislada, se afirma que continuó la “asociación” de células para crear un órgano. Y de la “asociación de células”, por azar, se pasa a la asociación de órganos que integran, por ejemplo, un simio. (La molécula de la hemoglobina, que le da el color rojo a la sangre y se encarga de transportar el oxígeno se compone de 3032 átomos de carbono, 4816 de hidrógeno, 872 de oxígeno, 780 de nitrógeno, 8 de azufre y 4 de hierro. Un tremendo complejo de 9512 átomos que no están revueltos, sino que guardan un orden propio dentro de cada molécula de hemoglobina).

6) Según las leyes matemáticas de la casualidad no alcanzan cuatrillones de milenios para acertar, por azar, con la combinación precisa de átomos y moléculas para que surja una simple célula. La vida del sistema solar no alcanza para tantos ensayos.

7) Lecomte du Noüy y Guye hicieron estudios con el ala de una “efímera” (mosquito que habita en las orillas del agua y vive apenas un día). Calcularon que si se toman las moléculas del ala de ese insecto y se combinan al azar, en vertiginosos intentos de cientos de veces por segundo, se agotaría miles de millones de veces la duración del sistema solar, antes de localizar, por azar, la única probabilidad de acierto.

8) De ahí deducen que si la naturaleza obró por azar, habría tenido que realizar tantos decallones de ensayos que las formas fracasadas no cabrían en la tierra, ni bastaría el tiempo que la tierra tiene de existir.

9) En cuanto al hombre, es una asociación de más de 26 billones de células altamente especializadas en complicadas funciones. Su complejidad es tan enorme que escapa a toda posibilidad de azar.

10) El biólogo francés Lecomte du Noüy, partidario de la teoría de la evolución, admitió que “aún los más duros materialistas han tenido que reconocer la presencia de algún factor desconocido”. Y ya que el azar no puede explicar satisfactoriamente la generación de la vida, y ya que no está dispuesto a aceptar la existencia de un creador, entonces a ese factor desconocido Lecomte llamó antiazar. Algo así como una majestad más grande que el azar. El ejemplo más simple de azar sería que un hombre se sacara sucesivamente durante toda su vida el Primer Premio de la Lotería Nacional. Y otro ejemplo simplísimo de antiazar sería que los hijos, los nietos, los bisnietos, los tataranietos y toda la descendencia de ese mismo hombre siguieran sacándose sucesivamente ese mismo premio. Evidentemente se precisa mucho más “fe” y es mucho más ilógico e irracional creer en el “antiazar” que creer en un diseño inteligente del universo. Al quedar falsada la teoría del azar, no hay, hasta ahora, opción más válida que creer en Dios.
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