En el otoño de 2001 el mundo entero pudo presenciar un espeluznante episodio ocurrido en Belfast: el calvario de unas niñas de la escuela católica de Holy Cross, que para ir a clase debían cruzar cada mañana una calle protestante, protegidas por una doble fila de policías, bajo el abucheo, los insultos y los proyectiles de la gente del lugar. "Al cabo de diez semanas de terror -relata Betty Quinn, directora de la escuela- los leales aceptaron dejar de hostigar a los niños a cambio de inversiones en su barrio", "del compromiso de los católicos de no volver a estacionar vehículos en ‘su' calle y de que los alumnos fueran llevados a la escuela en autobús." En nombre de la pacificación, se premió el odio. Y es que no hay nada más efectivo que atacar donde más duele, a los seres más indefensos, los niños.
Noticia de aquellos días:
Un total de 400 policías han estado desplegados desde el pasado 12 de noviembre alrededor de la escuela primaria de Holy Cross, situada en el barrio de Ardoyne, para proteger la entrada de los escolares. Se trata del mayor dispositivo establecido desde el comienzo de los incidentes el pasado mes de junio, motivados por la oposición de los protestantes a que las familias católicas atraviesen el barrio en dirección a la escuela. La tensión tuvo su punto más álgido el pasado 5 de septiembre con la explosión de un artefacto al paso de los escolares, que dejó un saldo de cuatro policías heridos.
El norte de Belfast sufre desde hace meses enfrentamientos entre católicos y protestantes, generados en su mayoría por paramilitares unionistas protestantes. Una mayoría de católicos desea que la provincia se una a Irlanda, mientras que la comunidad protestante lucha por el mantenimiento de la soberanía británica sobre el Ulster.
El norte de Belfast sufre desde hace meses enfrentamientos entre católicos y protestantes, generados en su mayoría por paramilitares unionistas protestantes. Una mayoría de católicos desea que la provincia se una a Irlanda, mientras que la comunidad protestante lucha por el mantenimiento de la soberanía británica sobre el Ulster.
Y el muro de la vergüenza sigue en pie.
¿Por qué la comunidad internacional no lo condena como sí lo hace con el muro de Gaza o el de Berlín el siglo pasado?
Los ingleses, tanto en Irlanda como en Gibraltar, son los únicos que no respetan las leyes internacionales de descolonización y no veo a USA por ejemplo poner brutales sanciones económicas.
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