El Dos de Mayo de 1808 no fue la rebelión del Estado español contra los franceses, sino la del pueblo español contra el ocupante tolerado (por indiferencia, miedo o interés) por gran cantidad de miembros de la Administración. De hecho, la entrada de las tropas francesas se había hecho legalmente, al amparo del
Tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), cuyos límites sin embargo pronto vulneraron, excediendo el cupo permitido y ocupando plazas que no estaban en camino hacia Portugal, su supuesto objetivo. La Carga de los Mamelucos antes citada, presenta las principales características de la lucha: profesionales perfectamente equipados (los mamelucos o los coraceros) frente a una multitud prácticamente desarmada; presencia activa en el combate de mujeres, algunas de las cuales perdieron incluso la vida (
Manuela Malasaña o
Clara del Rey). En fin, presencia casi exclusiva del pueblo y del elemento militar francés.
Es el origen de la
Guerra de Independencia Española.
Los términos del
Tratado de Fontainebleau, firmado el
27 de octubre de
1807 por el primer Ministro
Manuel Godoy, preveían de cara a una nueva invasión conjunta hispanofrancesa de
Portugal, el apoyo logístico necesario al tránsito de las tropas imperiales que al mismo tiempo, fueron tomando posiciones en importantes ciudades españolas según los planes de Napoleón quien, convencido de contar con el apoyo popular, había resuelto forzar el derrocamiento de la
dinastía reinante .
El 2 de mayo de
1808, la multitud comenzó a concentrarse ante el
Palacio Real en Madrid. El gentío vio como los soldados franceses sacaban del palacio a la reina de Etruria, cuya salida no produjo conmoción alguna. La presencia de otro coche hace deducir que está destinado al infante
Francisco de Paula. Al grito de ¡Que nos lo llevan!, el gentío penetró en el palacio. El infante se asoma a un balcón aumentando el bullicio en la plaza. Este tumulto fue aprovechado por Murat, el cual despachó rápidamente a un batallón de granaderos de la Guardia Imperial al palacio, acompañado de artillería, que disparó en contra de la multitud. Al deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió la de vengar a los muertos y la de deshacerse de los franceses.
La lucha se extendío por todo Madrid.
Los madrileños descubrieron en ese instante las necesidades de la guerra callejera: constitución de partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; obligación de proveerse de armas (luchaban navajas frente a sables); necesidad de impedir la llegada de nuevas tropas francesas...
La represión
Poco a poco, los focos de resistencia fueron cayendo. Acuchillamientos, degollamientos, detenciones... Mamelucos y lanceros napoleónicos extremaron su crueldad con el pueblo madrileño. Cientos de españoles, hombres y mujeres, y soldados franceses murieron en esta refriega. El lienzo de
Goya,
La Carga de los Mamelucos refleja la luchas.
Mientras tanto, los militares españoles permanecieron, siguiendo órdenes del capitán general
Francisco Javier Negrete, acuartelados y pasivos. Sólo los artilleros del parque de Artillería sito en el
Palacio de Monteleón desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección.
La represión fue cruel. Murat no conforme con haber aplacado el levantamiento, se planteó tres objetivos: controlar la administración y el ejército español; aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles; y afirmar que era él quien gobernaba España. La tarde del 2 de mayo firmó un decreto que creó una comisión militar, presidida por el general
Grouchy, para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano (Serán
arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas). El Consejo de Castilla publicó una proclama en la que se declaró ilícita cualquier reunión en sitios públicos y se ordenó la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Militares españoles colaboraron con Grouchy en la comisión militar. En estos primeros momentos, las clases pudientes parecieron preferir el triunfo de las armas de Murat antes que el de los patriotas, compuestos únicamente de las clases populares.
En el
Salón del Prado y en los campos de
La Moncloa se fusiló a centenares de patriotas. Quizá unos mil españoles perdieron la vida en el levantamiento y los fusilamientos subsiguientes.

Consecuencias
Sin embargo, la sangre derramada no hizo sino inflamar los ánimos de los españoles y dar la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas invasoras. El mismo 2 de mayo por la tarde, en la villa de
Móstoles, ante las noticias horribles que traídas por los fugitivos de la represión en la capital, un destacado político (Secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra),
Juan Pérez Villamil, hizo firmar a los alcaldes del pueblo (
Andrés Torrejón y
Simón Hernández) un
bando en el que se llamaba a todos los españoles a empuñar las armas en contra del invasor, empezando por acudir al socorro de la capital.
Derrota de Napoleón
Un aparente paseo militar se había transformado en un atolladero que absorbía unos contingentes elevados, preciosos para su campaña contra Rusia. La situación era, en cualquier caso, tan inestable que cualquier retirada de tropas podía conducir al desastre, como efectivamente ocurrió en julio de
1812. En esta fecha,
Wellington, al frente de un ejército angloportugués y operando desde Portugal, derrota a los franceses primero en
Ciudad Rodrigo y luego en los
Arapiles, expulsándoles del Oeste y amenazando Madrid: José Bonaparte se retira a Valencia. Si bien los franceses contraatacan y el rey puede entrar de nuevo en Madrid en noviembre, una nueva retirada de tropas por parte de Napoleón tras su catastrófica campaña de Rusia a comienzos de
1813 permite a las tropas aliadas expulsar ya definitivamente a José Bonaparte de Madrid y derrotar a los franceses en
Vitoria y
San Marcial.
Fuentes: Wikipedia